De Madrid a los Derechos Humanos (por la Calle del Derecho al Saneamiento)

8:30 de la mañana. Autobús hasta arriba (aunque podría ser prácticamente cualquier parte del mundo). Una niña y su padre sentados en uno de los asientos. La niña, de unos tres años, en bucle: “Caca, pedo, culo, pis. Caca, pedo, culo, pis”. Su padre, también en bucle, “Olivia, eso no se dice. Olivia, eso no se dice”.

¿Y qué tiene que ver esto con este blog? Intento explicarme.

Actualmente, 2.400 millones de personas, un tercio de la humanidad, no tienen garantizado el acceso al saneamiento lo que tiene graves consecuencias sobre sus opciones de salir del círculo de la pobreza y sobre otros Derechos Humanos como el derecho a la educación, al trabajo o al disfrute del tiempo libre.

Además, el saneamiento es uno de los temas en los que no se ha avanzado como estaba previsto a nivel internacional. De hecho, es una de las metas de los Objetivos del Milenio no alcanzadas.

Aunque las causas de esta falta de avance son variadas y complejas, una de ellas es algo tan simple como que no se habla del tema, que es tabú. Como el problema no se pone sobre la mesa, no se trabaja para poner en marcha posibles soluciones. No lo digo yo, lo dicen personas tan relevantes como Catarina de Alburquerque o Jan Eliasson. La primera es la Ex – Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho Humano al Agua y el Saneamiento que una de sus publicaciones escribía: “El saneamiento desempeña una función vital en nuestra vida diaria, aunque a menudo se minimiza su importancia o sencillamente no se debate sobre él debido a tabúes culturales”. El segundo es el Vicesecretario General de la ONU y hace no mucho dijo: “Estoy conmovido por el hecho de que cada dos minutos y medio muere un niño a consecuencia de enfermedades ligadas con la práctica de la defecación al aire libre. Son muertes que pasan desapercibidas —no se cubren por los medios de comunicación, ni existe un debate público sobre este tema—. Rompamos el silencio”.

Por tanto, cada vez que le decimos a un niño que de “eso” no se habla, probablemente estemos poniendo un pequeño granito de arena a perpetuar el silencio sobre el saneamiento y la defecación al aire libre y, por tanto, la pobreza y la injusticia.

Todo está conectado, y por eso también hay numerosas vías para compensar nuestro granito de arena negativo. Por ejemplo, en diciembre se aprobó una proposición por la que se cambiará el nombre de 30 calles de Madrid que hacen referencia a la dictadura franquista. En ONGAWA hemos propuesto a Manuela Carmena, la Alcaldesa, que una de esas calles pase a denominarse Calle del Derecho Humano al Saneamiento, como contribución de la ciudad y sus habitantes a romper el silencio sobre este tema.

De esta manera, mientras hacemos mejor ciudad, contribuimos a la solución de un problema global. Un ejemplo de enfoque “glocal”, ese concepto que utilizan mucho las ONGD pero que sólo ellas entienden.

Os animo, por tanto, a que actuéis glocalmente, apoyando la iniciativa a través de Change.org o la plataforma Decide Madrid.

Para los muy madrileños (de nacimiento o adopción), y con esto acabo, transformemos la famosa frase “De Madrid al cielo (y un agujerito para verlo)” en “De Madrid a los Derechos Humanos (por la Calle del Saneamiento)”.

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