La desertificación sigue intensificando las hambrunas y los conflictos #Rioplus20

Con motivo del día mundial de lucha contra la desertificación (17 de junio) y a tan sólo tres días del inicio de la Cumbre Río+20, la Secretaría de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación ha pedido que la declaración final incluya la gestión sostenible de la tierra como elemento fundamental para poder avanzar en la lucha contra la pobreza.

Su secretario ejecutivo, Luc Gnacadja, pedía compromisos para 2030 con un tasa cero de avance de la degradación de la tierra, tasa cero de degradación de los bosques, así como políticas de prevención de las sequías y mitigación de sus efectos para 2020.

Si no hay compromisos con un uso sostenible de la tierra por y para todos y todas, estaremos abocados a las ya conocidas hambrunas, como la que se está produciendo en el Sahel, y a la proliferación de conflictos. Sin embargo, la declaración final que está encima de la mesa sigue siendo bastante decepcionante en la luchar contra desertificación y no incluye compromisos políticos fuertes en esta línea.

La pérdida de tierra fértil afecta a más de 1.500 millones de personas que viven en condiciones de pobreza y dependen directamente de los ecosistemas para satisfacer sus necesidades básicas. África con el 45% de su territorio amenazado por la desertificación es el continente más afectado y en 2025 podría perder hasta 2/3 de sus tierras de cultivo con el consecuente problema de inseguridad alimentaria.

“El suelo está muy debilitado. Ahora la producción es menor que antes y ya no llega para alimentar a toda la familia. Además, cada año está todo más seco” señala Mamadou, alcalde de Karcia (provincia de Kolda, la región más pobre de Senegal), en el documental “Tukki, la huella ambiental” que aborda la problemática de las migraciones ambientales ante el agotamiento de los recursos naturales. Las previsiones para 2020 hablan de 60 millones de desplazados en el África subsahariana y 135 millones en todo el mundo por este fenómeno.

Cada año 12 millones de hectáreas de tierra se transforman en desierto en las regiones áridas, debido a las sequías y la degradación de la tierra. Esta superficie podría llegar a producir hasta 20 millones de toneladas de cereales anuales que contribuirían a garantizar la seguridad alimentaria de las poblaciones que viven en las tierras secas.

Son necesarios compromisos políticos urgentes en el ámbito internacional para frenar la pérdida de suelo fértil y asegurar las necesidades de alimentación de millones de personas, especialmente en el continente africano.

Las soluciones deben pasar por técnicas de gestión sostenible de la tierra como la reforestación con especies autóctonas y la agroforestería, que ya han contribuido a recuperar más de seis millones de hectáreas en el continente africano. A través de la agroforestería y la agricultura a pequeña escala podrían recuperarse más de 1.500 millones de hectáreas a nivel mundial.

 Por Arantxa García, de Fundación IPADE

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