Con toda probabilidad casi todos los que de una u otra manera estamos vinculados a la cooperación al desarrollo habremos oído miles de veces que la pobreza es un fenómeno complejo y multidimensional.
Es curioso que pese a que parece que todos hemos estado desde siempre de acuerdo en que la pobreza tiene numerosas caras, no hace mucho que hemos empezado a hablar en serio de la relación entre esas dimensiones. No voy a decir que sea de ayer, pero, por ejemplo, sí es relativamente reciente el discurso de las agencias internacionales sobre las conexiones entre agua, energía y alimentación y, en nuestro caso, en el de las ONGD, todavía se nos identifica (o nos identificamos) como “de educación”, “de salud”, “de agua”,… y nos cuesta apartar un poco “nuestro tema” y abrirlo a las conexiones con otros.
Pero avanzamos.
Es posible que donde más lo hayamos hecho es en cuestiones relacionadas con el cambio climático. Nadie pone en duda ya que el medio ambiente en el que nos desenvolvemos está íntimamente relacionado con lo que hacemos como organizaciones, independientemente de nuestra misión. O sería más preciso decir casi nadie. Hoy mismo alguien me decía que esto del cambio climático es un tema de las organizaciones ecologistas.
Para quienes que todavía tienen dudas de la relevancia de este tema para la misión de las ONGD, ahí van las tres consecuencias principales que según el IPCC tendrá el cambio climático sobre la extensión de la pobreza:
- Hambrunas y escasez de agua provocadas por la desertización de grandes zonas del planeta, especialmente de África.
- Enfermedades: el aumento de la temperatura dará lugar a una extensión del campo de acción de insectos portadores de enfermedades, como es el caso de la malaria.
- Migraciones masivas: los daños a la agricultura, la erosión del suelo o el aumento del nivel del mar darán lugar a un desplazamiento de población sin precedentes que se estima que ocasionarán serios impactos socioeconómicos en los países de acogida.
Por seguir ahondando en el tema, el Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD de 2006 decía que:
“Pocas alertas han sido tan peligrosamente ignoradas. El cambio climático en la actualidad plantea lo que puede ser una amenaza sin precedentes para el desarrollo humano. Una gran parte de esa amenaza se transmitirá a través de cambios en los ciclos hidrológicos y regímenes de lluvias, y en el impacto del aumento de la temperatura de la superficie sobre la evaporación del agua. El efecto general será el incremento del riesgo y la vulnerabilidad, con la consiguiente amenaza sobre el medio de sustento, la salud y la seguridad de millones de personas”.
Y añadía:
“Para una gran parte de las personas del mundo que se encuentran en países en desarrollo, las proyecciones relativas al cambio climático indican medios de sustento menos seguros, mayor vulnerabilidad al hambre y la pobreza, acentuación de las desigualdades sociales y mayor degradación medioambiental. El cambio climático, a diferencia del tsunami en el Océano Índico o el terremoto en Cachemira, presenta una amenaza ya no de una catástrofe aislada, sino de un desastre que se revela lentamente. Aunque se puede moderar el alcance futuro del cambio climático, se ha sobrepasado el punto sin retorno. El peligroso cambio climático ya es inevitable. La forma en que responda la comunidad internacional determinará las perspectivas de desarrollo humano para las generaciones presentes y futuras”.
Una de esas respuestas de la comunidad internacional es la Cumbre del Clima de Nueva York que, como comentan mis compañeros Guadalupe y Miquel en un post que acaban de publicar, tiene como objetivo “fomentar la voluntad política y movilizar la acción para llegar a un compromiso más ambicioso sobre las reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero, así como crear dinámicas que faciliten e impulsen los cruciales acuerdos que deberán negociarse durante 2015 en la 21ª Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático en París y en el proceso de negociación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible tras el vencimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio”.
Como bien analizan Guadalupe y Miquel, como ha ocurrido numerosas veces en el pasado, existe el peligro de que en esta cumbre las medidas políticas significativas sean sustituidas por meras declaraciones grandilocuentes de buenas intenciones, basándose en un supuesto desinterés en el tema por parte de la ciudadanía, especialmente en los países ricos donde sus habitantes ven el cambio climático como una amenaza mucho menos inminente que aquellos que viven en países en desarrollo.
Sin embargo, las movilizaciones del pasado fin de semana, que han congregado a cientos de miles de personas alrededor de todo el planeta, indican que esa excusa ya no vale. La opinión pública está reclamando que se tomen ya las acciones necesarias para crear un mundo con una economía al servicio de la gente y el planeta.
Es evidente que es el momento de tomar medidas urgentes y estructurales contra la pobreza, la desigualdad y el cambio climático. Comienza la cuenta atrás.
Jorge Castañeda, ONGAWA
Reblogueó esto en "Todo es de Todos"y comentado:
Pobreza Cero. Pobresa Zero.