De riquezas y pobrezas. Notas desde una mirada educativa. #RiquezaqueEmpobrece

El escritor afroamericano James Baldwin, precursor del movimiento por los derechos civiles de la población negra, acuñó esta frase tan expresiva: “Cualquiera que haya lidiado con la pobreza sabe lo extremadamente caro que resulta ser pobre”. Cuántas consecuencias, cuántas dificultades arrastra la pobreza no sólo para los que la padecen, sino también para las sociedades que no consiguen poner en marcha medidas para erradicarla.

Desde Entreculturas pensamos que la herramienta más eficaz para luchar contra la pobreza es la educación y que apoyar procesos educativos es la mejor inversión para conseguir una mejor sociedad futura. Visto así, ¿no es tan cara la pobreza y tan barata la educación?

Bien es verdad que no cualquier educación nos hace más ricos, más capacitados, más libres. Debemos apostar por una educación de calidad que permita el desarrollo integral de las personas y comunidades, la mejora de sus condiciones de vida y la transformación social. Una educación será de calidad si favorece la apropiación y construcción personal y colectiva de conocimientos, de actitudes y competencias (habilidades) para que las personas sean capaces de mejorar su vida y comprometerse con los procesos de organización social que conducen a la construcción de una sociedad más justa y solidaria.

No debemos dejar de repetir esa máxima de Fe y Alegría (Movimiento de Educación Popular) que se resiste a dar a los pobres una pobre educación y que entiende la calidad más allá del cumplimiento de ciertos estándares únicos y de satisfacción de expectativas de los usuarios, para ubicarla en un contexto de compromiso social que tiene que ver con los derechos colectivos de igualdad, equidad, justicia e inclusión.

Así, queremos que la educación no cree entes o entelequias separadas de la vida social y, para ello, tenemos que llegar con la enseñanza a aquellas actividades que permita a las personas una vida digna, una alimentación completa, un techo digno bajo el que dormir y un nivel cultural y espiritual que favorezca su desarrollo personal y profesional.

Este cruce entre educación y pobreza, entre herramientas de transformación social y seres humanos, sólo nos puede deparar experiencias ricas y fructíferas. Valga este testimonio de Jorge Cela como ejemplo: “Los pobres me ensañaron a descubrir la fuerza de algunos valores. Durante 25 años he visto un barrio entero reservar en medio de su hacinamiento el espacio para una escuela. Muchas familias llegaron nuevas que quisieron ocupar el terreno. Vendedores ambulantes intentaron montar allí su pequeña caseta, mecánicos intentaron ocuparlo para ganarse la vida arreglando automóviles viejos. Pero nunca se les permitió. El barrio esperó pacientemente a que en cada campaña electoral se avanzara un poco en la escuela. Hasta que hoy la escuela de San Rafael ya funciona. Sus maestras tuvieron que dar clases gratuitamente durante año y medio hasta que llegó el primer cheque. Es la fuerza del valor de la educación, que todos respetan, que convoca con mayor eficacia que ninguna otra institución”.

 

José Manuel Moreno, Entreculturas, Grupo de Movilización

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