Muchas veces de tanto escuchar una palabra se nos olvida el verdadero significado de la misma, por este motivo intento no perder de vista lo que significan las palabras.
Nos pasa con “despilfarro”. Buscas en la RAE para saber su significado:
De despilfarrar.
- m. Gasto excesivo y superfluo.
- m. desus. Destrozo de la ropa u otras cosas, por desidia o desaseo
A dicha palabra se unen otras y así vas configurando todas las posibilidades que puede tener para expresar, describir o comunicar con claridad lo que queremos decir cuando hablamos de “despilfarro”.
Las personas gastamos en cosas que no necesitamos. Tiramos comida a la basura todavía en buen estado o consumimos sin límites porque vivimos en un mundo de“usar y tirar”que creemos infinito. Rozamos la irresponsabilidad. Hay personas con tanto dinero que son capaces de cometer auténticas excentricidades, como comprarse una isla (o varias), “vestir” de oro sus aviones, pedir a sus sirvientes que viajen varias horas en avión para poder comer 6 fresas fuera de temporada. A fin de cuentas, hacen cualquier cosa con tales cantidades de dinero que resultan obscenas.
El dinero acumulado en pocas manos es un problema cuando hay una gran mayoría de personas que no tienen cubiertas sus necesidades básicas y fundamentales. Esto también supone acumulación de poder y de capacidad para hacer que el mundo sea un lugar “a su medida». Tenemos claro que el despilfarro es un síntoma de esa desigualdad.
El despilfarro repercute en las personas que son víctimas de esa “desidia” gubernamental y política que nos hace entrar en el territorio de la #desigualdadobscena. Tenemos agravios comparativos cuando hay quienes se permiten despilfarrar y hacerlo de forma ostentosa, mientras 815 millones de personas están pasando hambre en el mundo.
La acumulación de la riqueza y su no redistribución provoca desigualdad. Y el despilfarro, sí, ese gasto superfluo, excesivo, no hace más que acentuar esa desigualdad. La desigualdad es más evidente cuando conocemos que hay personas que, teniendo trabajo, se encuentran en situación de vulnerabilidad y exclusión. Las “supuestas” redes de protección social y de inclusión se han destruido con los recortes en sanidad, vivienda, educación, cooperación al desarrollo, por poner unos ejemplos.
Cuando leemos titulares como “Ocho personas poseen la misma riqueza que la mitad más pobre del mundo” te quedas con el número pequeño pero hay que hacer hincapié en el dato de la mitad más pobre del mundo, hablamos de 3.600 millones de personas. Vaya, la cifra es muy, muy grande.
Estas cifras nos deben hacer reflexionar. Detrás de esa acumulación de riqueza hay una desigualdad sin precedentes que sigue su camino a nivel global. Y de verdad estamos hablando de una desigualdad muy obscena.
También nos deben hacer actuar. Hay muchas cosas que como personas podemos hacer. También hay otras que no dependen directamente de nuestras acciones, pero sí de que presionemos para exigir un giro de timón.
En el manifiesto de la campaña Pobreza Cero de este año con motivo del Día Internacional de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social tenemos muchas acciones para lograr medidas concretas y efectivas contra la pobreza y la desigualdad.
Tenemos alternativas para trabajar por una economía más justa, por “Una economía para el 99%” avanzar hacia una economía más humana, al servicio de las personas y del planeta.
Nos queda mucho trabajo por hacer para que haya más transparencia en las decisiones políticas, por luchar para que desaparezcan los paraísos fiscales, por seguir creyendo en las personas para que la desigualdad sea cada menos obscena y hablemos de igualdad como derecho humano.
No dejemos de pasar a la acción. En palabras de Lucila Rodrígez Alarcón de la Fundación porCausa, tenemos tres opciones:
- informarnos,
- difundir la información para que todo el mundo la conozca
- y protestar, si, protestar.
Valentín García Activista contra la pobreza y comunicador social reflexionando en perogrullas y Verónica Castañeda Blandón, de la Coordinadora de ONGD
Firma contra la desigualdad obscena.