El desarrollo sirve a los objetivos del control migratorio

Autor BOB VAN DILLEN BRUSELAS, 17 de mayo, 10:53

(Traducción: Celia Rico)

La Unión Europea está a punto de adoptar una serie de propuestas para reorientar su política sobre desarrollo con el fin de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y contribuir a «la erradicación de la pobreza en todas sus dimensiones, de manera irreversible, en todas partes y sin dejar a nadie atrás».

Sin embargo, en lugar de reforzar su compromiso con la Agenda 2030, el nuevo Consenso sobre Desarrollo de la UE da la impresión de ser otra nueva propuesta de políticas que ponen la gestión de la migración y el control de las fronteras en el centro de la cooperación al desarrollo.

El pasado mes de noviembre, las ONG dieron una cauta bienvenida a las propuestas de la Comisión Europea encaminadas a realizar una revisión en profundidad del marco en el que se engloban las políticas al desarrollo de la UE y que deberían guiar los esfuerzos de la UE al desarrollo hasta 2030.

A pesar de la retórica de que Europa se toma en serio el acabar con la pobreza y la desigualdad, una de nuestras primeras preocupaciones fue que había una serie de propuestas previas de la UE en política para la cooperación con terceros países que, sin embargo, daban prioridad a cuestiones locales a corto plazo, incluidos los objetivos con respecto a la migración.

Estamos preocupados en extremo porque estos objetivos de política se han incluido ahora en el nuevo Consenso sobre Desarrollo de la UE.

Basándose en el Marco de asociación en materia de migración con terceros países, la UE acordará el uso de la cooperación al desarrollo y sus políticas, instrumentos y presupuestos para la promoción de la gestión de la migración y el control de fronteras.

La Cooperación al Desarrollo se verá también condicionada a la cooperación de los países socios en las áreas de retorno, readmisión y reintegración de sus ciudadanos. Mientras tanto, la UE está dispuesta a llegar a un acuerdo para «maximizar las sinergias y ejercer su influencia poniendo en práctica todas las políticas relevantes e instrumentos de la UE, incluidos el desarrollo y el comercio».

consenso

Un cambio alarmante

Este cambio de foco resulta alarmante y se muestra también en las nuevas propuestas para la Asociación Estratégica UE-África, que se acordaron el pasado noviembre en la Cumbre de Abidjan.

En estas propuestas, el énfasis de la Comisión Europea se puso «en el incremento de la intensidad de la cooperación en la gestión de las fronteras, en implementar medidas que gestionen los flujos migratorios en tránsito, de llegada y de salida, así como en el refuerzo de la cooperación para facilitar el regreso y la reintegración sostenible de los migrantes en situación irregular».

El pasado mes de noviembre, la Comisión Europea propuso igualmente el refuerzo de los compromisos sobre migración adoptados en el Acuerdo de Cotonú, que se renovará en 2020.

Este acuerdo tenía como objetivo la integración de las políticas migratorias externas de la UE y el desarrollo de una cooperación operativa, centrada en «mecanismos de aplicación que mejoren la cooperación en el retorno y la readmisión así como en la implementación operativa de las obligaciones internacionales para la readmisión de los ciudadanos propios que no tengan derechos legales para permanecer en la UE».

Este mismo enfoque es el que está en el centro de la propuesta de la Comisión Europea para el Plan de inversión europeo para África.

Este proyecto se presentó el pasado mes de agosto como un plan global para contener la migración de África a Europa mediante la promoción del crecimiento económico, el empleo y el desarrollo del sector privado.

La idea que subyace es utilizar los 3.350 millones de euros de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) para apoyar la inversión privada en África, estimada en 44.000 millones de euros, «como contribución clave para afrontar las causas primarias de la migración».

¿Se ha convertido la contención de la migración en uno de los principales objetivos de la UE en cooperación al desarrollo? Claramente esta postura contradice el Tratado de Lisboa, que establece que «la política de Cooperación al Desarrollo tendrá como objetivo primordial la reducción de la pobreza y su erradicación a largo plazo».

El hecho de sacrificar la ayuda al desarrollo para servir a los intereses de la migración a corto plazo llega en un momento en el que la implementación completa de la Agenda 2030 adquiere carácter urgente, especialmente si tenemos en cuenta los 750 millones de personas pobres y vulnerables, la mitad de las cuales viven en África, incluyendo los aproximadamente 20 millones en riesgo de hambruna.

En muchas zonas de África somos testigos de que la migración forzada y los desplazamientos tienen su causa en la pobreza y la injusticia, en la ausencia de gobernabilidad y estabilidad, así como en la sequía y en los accidentes medioambientales.

Son regiones en las que los niños mueren de hambre, los médicos de las áreas rurales no tienen medios para curar las enfermedades y decenas de miles de refugiados y personas desplazadas huyen de conflictos que traen la muerte y la persecución.

Cuál es la verdadera causa

Actualmente más de 65 millones de personas son desplazados que buscan un sitio donde sobrevivir.

Y no hay casi ningún debate acerca de la necesidad de ayudarles y afrontar la verdadera causa de la migración forzosa.

Sin embargo, hemos visto cómo los recursos de la ayuda al desarrollo, por ejemplo el Fondo Fiduciario de Emergencia para África, no solo se han usado para la gestión de la migración y la contención de personas en los lugares en los que se encuentran sino que también se han desviado hacia los «países que producen migrantes».

En la práctica esto supone el cierre de los programas de desarrollo en países como Namibia o Malawi. Estos programas han hecho posible que los niños asistieran a la escuela o que pudieran ir al médico, que los pequeños agricultores triplicasen sus cosechas, todo gracias al acceso a las semillas y a los microcréditos.

¿Es así como Europa tiene previsto implementar la Agenda 2030 para acabar con la pobreza y no dejar a nadie atrás?

Aunque la mayoría de los migrantes forzosos permanecen en los países o las regiones vecinas, la llegada de grupos relativamente pequeños de personas a Europa ha llevado a la puesta en marcha de una serie de medidas para impedir que los migrantes entren en el territorio europeo, si bien también para dar la bienvenida y acoger a los que han conseguido entrar.

En varios Estados miembros de la UE el coste de la recepción de los refugiados se ha cargado al presupuesto para cooperación al desarrollo, fondos reservados, precisamente, para erradicar la pobreza y la desigualdad.

En los últimos años, países como Italia o Países Bajos han gastado entre el 25-30% de sus presupuestos para la ayuda al desarrollo en el primer año de la recepción de personas que solicitan asilo.

Es justo y necesario apoyar a los refugiados que llegan a Europa. Sin embargo, cuando el país donante es al mismo tiempo el principal receptor de la ayuda al desarrollo, ¿no estaremos haciendo las cosas al revés?

Es importante que nos demos cuenta de que la mejora de los controles fronterizos no va a resolver las verdaderas causas de la migración forzosa y los desplazamientos.

La cooperación al desarrollo y la AOD no deberían usarse, por lo tanto, para acometer los objetivos en materia de migración.

De hecho, la ayuda al desarrollo tiene su propio papel para conseguir que los Objetivos de Desarrollo Sostenible sean una realidad mediante la promoción de transformaciones sostenibles a largo plazo que beneficiarán a todos y, muy especialmente, a las comunidades y países más pobres del mundo.

Bob van Dillen  es Oficial de políticas y advocacy de Cáritas Europa

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