Carolina García, Alianza por la Solidaridad
Para las millones de personas que viven en Gaza hoy se ha vuelto a escuchar un sonido familiar: los proyectiles cayendo, el llanto, las sirenas de los servicios de emergencia. Para los niños y niñas más pequeños es lo habitual, ya que en los últimos 7 años han vivido ya 3 guerras; por desgracia lo excepcional son los tiempos de paz.
Para las y los millones de gazatíes que viven en una cárcel a cielo abierto se esfuman las posibilidades de un alto el fuego duradero. Porque esa es sin duda la primera pieza del puzle para conseguir un alto el fuego permanente y trazar el camino hacia la paz.
Una paz que no es posible sin un cambio en el statu quo de la región, del fin del bloqueo y de la ocupación israelí. Mientras eso no se comprenda, la paz no parece ser posible y las posiciones para conseguir esa realidad están, más que distantes, terriblemente contrapuestas.
Mientras tanto las organizaciones que estamos trabajando allí desde hace años no hacemos sino poner parches a una situación que se vuelve más dramática, cuando parecía que no podía serlo más. Una ayuda de emergencia que para miles de personas es un balón de oxígeno, pero que para nosotras no es más que una tirita en la herida sin cicatrizar.
El derecho internacional y humanitario es violado constantemente y la impunidad está a la orden del día. Por eso, no se trata tan solo de un alto el fuego, se trata del compromiso de la comunidad internacional con los derechos humanos. Para las millones de palestinos y palestinas que residen en los escasos 385 kilómetros cuadrados que tiene la franja son sus raíces, su casa, su familia, sus derechos. Porque cuando paren los bombardeos y se aleje el foco mediático la realidad de la ocupación volverá a ser la misma de siempre.
El número de víctimas civiles se va incrementando, y parece que la cifra no nos asombra, aunque la mayoría de muertos sean civiles, incluyendo mujeres, niñas y niños. La protección de la población civil es primordial, y todas las partes en el conflicto deben acatar sus obligaciones en virtud del derecho internacional humanitario y garantizar que los civiles están a salvo y que se atiende a las víctimas.
Pero Gaza no está sola, la ciudadanía española siempre ha mostrado su apoyo a Palestina como demuestran las manifestaciones y concentraciones que han recorrido las calles de numerosas ciudades españolas en las últimas semanas. Pero hay que ir más allá, la sociedad civil reclamamos a los gobiernos un verdadero compromiso con una paz duradera que vaya más allá de acuerdos militares y comerciales o de simples declaraciones de Naciones Unidas, que yo no llegan ni a la categoría de resoluciones y que quedan en un simple titular.
Seguiremos cooperando, saliendo a la calle y exigiendo el cumplimiento de los derechos humanos. Porque Gaza no está sola, Gaza somos tod@s.
El Arzobispo Desmond Tutu acaba de publicar un potente llamamiento a la conciencia en un periódico Israelí. En su artículo, el premio Nóbel y leyenda de la lucha contra el apartheid pidiéndole a grandes multinacionales que boicotéen y retiren sus inversiones de toda actividad relacionada con la represión y ocupación del Israel sobre Palestina. http://www.haaretz.com/opinion/1.610687
Se puede leer la traducción en este enlace
https://secure.avaaz.org/es/tutu_to_israelis_free_yourselves/?1408540199