No habría empezado a trabajar en esto si no hubiera llegado a mis manos el libro «La deuda externa del mundo en desarrollo» de Jaime Atienza. Seguramente las cosas sería diferentes si Sergio Alcina y Chema Castells no me hubieran recomendado hacer un máster en cooperación al desarrollo y, por supuesto, no trabajaría en cooperación si, en su momento, no me hubiera incorporado al grupo de movilización social de Intermón Oxfam de Sevilla.
Para seguir trabajando en esto tengo cuatro grandes razones. La primera es que me indigna la pobreza. La segunda es que sé que entre todos podemos acabar con ella. La tercera es que trabajo en algo con lo que disfruto, me divierte y que haría como voluntario, si trabajara en otra cosa. La cuarta es la gente con la que me he encontrado a lo largo de estos años en diferentes espacios, muy especialmente el grupo de movilización social de ONGAWA.