“Reducir la desigualdad en y entre los países”. Eso es lo que dice el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 10. El nuevo enfoque de esta Agenda 2030 aprobada en Naciones Unidas a finales de 2015, ha sido capaz de evidenciar una realidad que atraviesa a todas las regiones del mundo. Por supuesto que el Norte occidental sigue acumulando la mayor parte de la riqueza en el mundo, pero quienes actuamos en el ámbito local sabemos que aquí, al igual que sucede en los países empobrecidos, esa prosperidad tampoco está repartida con igualdad y justicia entre todas las personas.
El 17 de octubre se celebra el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Desde hace tiempo, las organizaciones que trabajamos en el ámbito del Desarrollo nos hemos dado cuenta de que nunca se podrá acabar con la pobreza si no se eliminan ciertas formas de acumulación del crecimiento económico. Tan sólo 8 hombres concentran tanta riqueza como la mitad más pobre de la humanidad. Obsceno, ¿no les parece? Como decíamos, esas desigualdades globales también se reproducen en nuestro país, y en cualquier Comunidad Autónoma o ciudad.
En España, el 10% más rico concentra cerca de un 60% de la riqueza nacional. Y en Madrid, son ya famosos los mapas de la región y de la ciudad en los que la parte Sur sufre las peores cifras de exclusión social, en comparación con la parte Norte. Durante el 2017, en la Red de ONGD de Madrid estamos trabajando los ODS junto a la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid con los talleres #ConstruyendoBarrios2030. Esta experiencia nos está permitiendo constatar que las luchas por la justicia global tienen su origen en lo local. No es casual que las peores tasas de desempleo, las instalaciones que más contaminan, y las familias más afectadas por los recortes en dependencia se encuentren en unos barrios concretos, en donde las desigualdades se hacen extremadamente evidentes.
Detengámonos en la situación en la Comunidad de Madrid, en donde la tasa de población en riesgo de pobreza y o exclusión social ha aumentado en el último año. Para orgullo de nuestra Presidenta, Cristina Cifuentes, somos la región con menos impuestos de España. Eso que podría sonar bien en los oídos de la ciudadanía, esconde una perversa realidad. Por ejemplo, recuperar el impuesto de patrimonio, que solo afectaría a grandes fortunas, haría posible recaudar a la administración alrededor de 660 millones de euros, y supondría poder destinar más dinero a reforzar las políticas sociales y a reducir las desigualdades existentes en nuestra región. Tenemos que tener claro que esas exenciones son las que perpetúan la obscenidad en el reparto de la riqueza.
A pesar de que observamos peligrosos intentos de avanzar en el sentido contrario, creemos en un sistema fiscal progresivo, es decir, en el que deben pagar más quienes más tienen. Y además, entendemos que esta fórmula para acabar con la pobreza debe contar con una mirada global. Replantearnos las consecuencias en los países empobrecidos de nuestro modelo de consumo, y no perder de vista la dimensión ambiental, en un planeta al que no podemos exprimir más.
No se trata de una utopía irrealizable, sino de un horizonte que podemos alcanzar si aplicamos la sencilla receta que proponemos para esta Semana contra la Pobreza de 2017. Transformemos nuestro sistema fiscal, aseguremos la protección social, y aumentemos la inversión en Ayuda Oficial en Desarrollo. Pongamos a las personas primero, tal y como refleja la declaración de la Agenda 2030. Movámonos para acabar con esas obscenas desigualdades que habitan en y entre los países. Sólo así conseguiremos un mundo más justo e igualitario.
Artículo de la Red de ONGD de Madrid