Asomarnos a las cifras con las que organismos oficiales y organizaciones no gubernamentales nos hablan de la situación de la pobreza en el mundo produce escalofríos y, al mismo tiempo, esa angustiosa sensación que nos embarga ante situaciones que creemos que nos superan.
La tasa de incidencia de la pobreza sobre la base de $1,25 por día y porcentaje de población en el año 2008, en base a informes nacionales de programas de seguimiento y el grupo de investigación del Banco Mundial, arrojaba unas cifras del 47,5% para el África Subsahariana y del 36% para Asia Meridional, mientras que el porcentaje europeo se situaba en el 0,5 %. Al mismo tiempo informes del FMI auguraban una paulatina mejoría con una franca reducción de estos porcentajes en el año 2015, sobre todo a expensas de un crecimiento económico en los países asiáticos.
Sin embargo ahora nos encontramos inmersos en la actual “crisis económica” y no solo vemos que los analistas no nos hablan de mejores perspectivas sino que, de manera creciente, palpamos en nuestro entorno más cercano esta terrible situación que creíamos ajena a nuestra sociedad occidental.
Y continua siendo indispensable reaccionar ante ello de manera comprometida y firme; no podemos sustraernos al hecho de que, en palabras de Federico Mayor Zaragoza: “La pobreza que sufren tantos seres humanos en el mundo, las condiciones en las que sobreviven no son sólo una afrenta a su dignidad humana, sino una injusticia intolerable, un llamamiento permanente a la conciencia…”
Pero el contexto actual en el que vivimos puede llevarnos a un grave peligro: el de replegarnos sobre nosotros mismos. El miedo ante la situación económica y la incertidumbre sobre el futuro, la desconfianza en la actividad política, el desconcierto ante informaciones y desinformaciones, puede hacernos caer en esa actitud tan manida y tan nuestra de “la caridad comienza por uno mismo”, sin darnos cuenta de que el término latino “cháritas” (actitud solidaria con el sufrimiento ajeno) refleja un movimiento siempre hacia fuera, hacia los demás. También hay miedo y cierto desconcierto por parte de instituciones ante la escasez de recursos y los recortes previstos en materia de cooperación y esto podría suponer un segundo peligro. Ya un grupo de ONGD ha lanzado el aviso sobre la incoherencia que puede constituir el hecho de aceptar subvenciones por parte de organismos o empresas implicadas en la génesis y mantenimiento de situaciones de desigualdad y en la actual crisis.
No es momento para replegarse sobre uno mismo ni para aceptar cualquier solución, sino para comprender que la lucha contra la pobreza es una acto insoslayable de justicia que debe de realizarse desde la coherencia, la transparencia y teniendo muy en cuenta que no se trata de parcelarla por grupos sociales más o menos cercanos, por países o por situaciones sociales concretas; se trata de una lucha global que todos debemos acometer con firmeza y sin desmayos. El hecho de verla ahora más cercana a cada uno de nosotros debe constituir un acicate para que nuestra lucha se intensifique contra ella y en favor de todos, sin exclusiones de ningún tipo.
Por todo lo que digo es importante que el 17 de Octubre salgamos a la calle y unamos las fuerzas y con un grito unánime digamos BASTA, el único recorte que sea el de la POBREZA.
William-Adolphe Bouguereau pintó en 1859 su cuadro “La Caridad” en el que aparece una madre con dos niños al pecho, el propio y otro ajeno. Diecinueve años más tarde, quizás movido por las circunstancias, vuelve a pintar un nuevo cuadro con el mismo título; en este aparece la madre con cinco niños, que ya desbordan sus pechos rodeándola. Me gustaría pensar que, como esta mujer, nuestra actitud ante este problema va a ser siempre creciente en entrega e intensidad.
Antonio Garrido. Voluntario de la ONGD Pueblos Hermanos
es precioso.
El 25/09/2012 12:53, Pobreza Cero escribió: > pobrezacero posted: «Asomarnos a las cifras con las que organismos > oficiales y organizaciones no gubernamentales nos hablan de la > situación de la pobreza en el mundo produce escalofríos y, al mismo > tiempo, esa angustiosa sensación que nos embarga ante situaciones que > creem» >