No queremos un verano perpetuo

La victoria de Trump ha caído como un torpedo en plena Cumbre del Clima de Marrakech, arrojando numerosas incertidumbres sobre el futuro del proceso negociador de Naciones Unidas. ¿Será capaz el excéntrico magnate de dinamitar el Acuerdo de París a pesar de las evidencias científicas? Aunque el negacionismo climático se haya instalado en la Casa Blanca, tendrá que enfrentarse entre otros, a inversores ya comprometidos con las energías renovables que no ven rentabilidad a largo plazo en los combustibles fósiles o el fracking, y a la ciudadanía –votantes de Trump incluidos- consciente también de los impactos innegables del calentamiento global: los habitantes de California sufren desde hace más de cuatro años restricciones temporales en el consumo de agua debido a la sequía, intensificada por las recurrentes olas de calor.
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En España, ante la falta de voluntad política del nuevo gobierno de Rajoy, más de 400 organizaciones de la sociedad civil integradas en Alianza por el Clima siguen alertando del peligro que suponen los nuevos récords de temperaturas extremas. En bañador, con cubos de arena, toallas y sombrillas un grupo de activistas realizaron el sábado un flashmob en pleno centro de Madrid para denunciar cómo la falta de compromiso del gobierno llevará a España a un “verano perpetuo” con graves consecuencias: sequías prolongadas, olas de calor, aumento del nivel de mar, desaparición de algunos cultivos… En esta misma línea, la campaña “Lo necesitarás” sigue recogiendo firmas para presionar al gobierno y alertar sobre los efectos de no actuar: trabajar, dormir, comer, beber, respirar… nada volverá a ser igual con el cambio climático.
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Rajoy se hará la foto mañana en Marrakech y en su discurso en la Cumbre del Clima nos venderá la moto de que España está muy comprometida con el cambio climático, tras la decisión el pasado viernes en Consejo de Ministros de llevar la ratificación del Acuerdo de París al Congreso. Pero la realidad es bien distinta: nuestras emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron un 3,2% en 2015, somos el tercer país europeo que más ha aumentado los gases de efecto invernadero en el periodo entre 1990 y 2014 y el impuesto al sol o el parón a las energías renovables demuestran la poca altura de miras de nuestro gobierno en materia climática. El nombramiento de Álvaro Nadal como ministro de energía, claramente continuista con apuestas por la energía nuclear, el petróleo y el carbón, y mantener a la ministra García-Tejerina al frente de otra cartera clave como medio ambiente no son señales para la esperanza.
A pesar de la urgencia climática -un nuevo informe de la sociedad civil señala que si no aumentan los compromisos de reducción de emisiones no seremos capaces de mantener la temperatura global por debajo de los 2ºC- las negociaciones climáticas en Marrakech sufren una parálisis sorprendente: se percibe falta de ambición, en especial por parte de la Unión Europea que no sabe aún cómo afectará el Brexit a los compromisos en bloque de reducción de emisiones. ¿Y qué hay de la financiación para el Fondo Verde, clave para que los países empobrecidos puedan adaptarse a los efectos del cambio climático? Movilizar esos fondos para 2020 es fundamental, pero tampoco termina de concretarse… Nadie mueve ficha. El año que viene el IPCC emitirá un nuevo informe. ¿Servirá para tomarnos en serio de una vez por todas esto del Cambio Climático?

 

Arantxa García, comunicación e incidencia en InspirAction

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