El 8 de septiembre de 2000, en los albores del nuevo milenio, 189 países firmaron La Declaración del Milenio. Esto supuso el compromiso de trabajar por la consecución de 8 objetivos (amenazados gravemente) que servirían para reducir considerablemente la pobreza en el mundo, promover y consolidar la paz y, por tanto, mejorar la vida de millones de personas. En realidad los 8 objetivos del milenio se refieren a derechos fundamentales, derechos que son inherentes al ser humanos por el simple hecho de serlo. Y, por lo mismo, son irrenunciables. Se pueden, se deben exigir en cualquier momento. Y, si tenemos en cuenta la realidad de la pobreza mundial, las tendencias de la Economía, los conflictos y desigualdades existentes, el reconocimiento de los derechos y la exigencia de su cumplimiento cobran, hoy, una importancia aún mayor. En este contexto urge que las personas sean lo primero.
Hay realidades que sí han cambiado. En educación, por ejemplo, nunca ha habido un número tan alto de niños y niñas matriculados en la escuela primaria. La cifra es de un 40%. Pero los éxitos no nos deben hacer olvidar lo mucho que queda por hacer. Son el ejemplo de que, con voluntad política y participación social, construir un mundo más justo, inclusivo, donde la pobreza y las desigualdades desaparezcan, es posible.
Por eso, tenemos una oportunidad especial durante la Semana contra la Pobreza, que este año será del 15 al 21 de octubre. En este tiempo podemos ampliar la mirada hacia el resto del mundo. La Tierra es el hogar de todas las personas. La realidad nos afecta a todos. Reclamar nuestros derechos pasa por reclamar también los derechos de todas las personas, sin tener en cuenta su origen. Es intolerable que casi mil millones de personas pasen hambre cada día. Depende de los gobiernos, de la clase política, depende de las transnacionales, pero también depende de la sociedad civil, del compromiso que cada uno de nosotros quiera adoptar, en su vida, para con el resto del mundo.
Mientras haya una sola persona cuyos derechos sean vulnerados, será necesaria la movilización y la reivindicación de la ciudadanía. El próximo 17 de octubre es el día internacional para la erradicación de la pobreza. Es una oportunidad para salir a la calle, para dar a conocer otras realidades, para evitar que millones de personas caigan en el olvido y para exigir el cumplimiento de los derechos de TODAS las personas: es una cuestión de justicia.
Mª José Pérez de La Romana, Equipo de Sensibilización e Incidencia, Cáritas Española