“Pokémon Go” o cómo se divierte la primera generación capaz de acabar con la pobreza

PicachuCCPokémon Go es sin duda el fenómeno global del verano. Jóvenes y no tan jóvenes atrapan  estas pequeñas criaturas por todo el planeta. Un crimen de violencia gratuita tiene como víctima a un chaval de 20 años embelesado en el juego por las calles de San Francisco. El gremio de los conductores de mototaxi de Iquitos (Perú) hace su agosto ofreciendo transporte a los turistas en su peculiar safari. En Bélgica ya se multa a quien ande distraído por ir cazando Pokemones. Todo esto en apenas un mes. Y una no puede evitar que los ojos y la boca se le abran como platos y, con esa cara de boba, pensar: “con la que está cayendo…”.

Fui adolescente en los 90, cuando el primer juego y todos sus derivados se popularizaron,  y madre en 2007, así que  conozco bien a esos bichitos. De natural friqui, no seré yo quien culpe a Pikachu de todos los males del planeta, o  condene la esencia lúdica del ser humano y su necesidad de fantasía. Es más, reivindico el juego y la fantasía como poderosas herramientas de cambio.

IMG_2454Sin embargo, a pesar de ello, o precisamente por ello, quiero, tomar Pokémon Go como excusa para hacernos tres preguntas:

Una: ¿qué globaliza la globalización?

Dos: ¿somos realmente ciudadanos y ciudadanas globales?

Y tres: ¿Cómo influye el actual modelo de globalización en los focos de atención ?

Globalizamos el consumo

La globalización es un hecho, como también lo es que no todo se ha globalizado al mismo ritmo o con la misma intensidad. Se globaliza la producción de bienes y servicios, la economía financiera, el comercio, el consumo, la seguridad militar. No se globalizan en la misma medida la política, la gobernanza de los bienes y recursos naturales, la participación ciudadana en la toma de decisiones globales, o las condiciones de posibilidad para que millones de personas, pretendidamente iguales en dignidad y derechos, encuentren refugio frente a la barbarie, o sustento para sus familias, en patrias distintas.

Consumidores y consumidoras, que no ciudadanía global

Esto nos convierte en consumidores y consumidoras globales, pero estamos muy lejos de contar con una ciudadanía global articulada realmente capaz de promover y de exigir la erradicación de la pobreza y las soluciones a la crisis ecológica.

Tal vez no sea la híper globalización económica el único obstáculo para una globalización ética, política y ciudadana, pero sin duda juega un papel clave como veremos más adelante. Algunos estudios de opinión, como el realizado por Fondapol, señalan que la juventud del S.XXI tiene una mayor conciencia de pertenecer a una comunidad global, y atribuye este efecto, en parte, a la globalización del consumo como promotor de una cultura juvenil global. Ciertamente, un gran número de jóvenes, al menos quienes dispongan de un Smartphone, podrían compartir este verano su interés por Pokémon Go y eso les ayudaría a identificarse como semejantes pero, ¿nos convierte esto en ciudadanos y ciudadanas del mundo?

¿Recreo o maniobra de distracción al adversario?

El juego triunfa y triunfará siempre en la especie humana. El primer estudio académico sobre el papel del juego en la cultura , Homo Ludens, data  de 1938,  pero no hay necesidad de leerlo, para saber, desde nuestra propia experiencia, lo que significa el juego: jugando fluimos, conectamos con el aquí y el ahora. El juego ha cumplido en todas las culturas una función de socialización, de cohesión, de aprendizaje y de transmisión de valores.

Jugando nos divertimos. Diversión significa “recreo”, “pasatiempo”, “solaz”. Sin embargo, en lenguaje militar, diversión significa maniobra para distraer la atención del enemigo.

Picachu nunca será lo mismo que leer El Principito o acampar junto al río.

Vivimos en una sociedad divertida. Pero no en una sociedad que se recree, disfrute del tiempo lento, o se solace. Vivimos en una sociedad que distrae constantemente nuestra atención guiándola, a través de miles de estímulos, hacia el consumo como medio para satisfacer necesidades creadas artificialmente sobre la base de necesidades reales más profundas.

Y en esta sociedad  es demasiado fácil consumir “entretenimiento divertido” lo cual, aunque suene redundante, no lo es. Me refiero a un entretenimiento poco fecundo que no contribuye al crecimiento personal, no favorece el encuentro con las demás personas y con la naturaleza, no plantea preguntas existenciales, no nos enseña sobre nuestra historia, cumpliendo así la función esencial de lo lúdico en las culturas.

Consumo y entretenimiento divertido distraen nuestra atención durante demasiado tiempo, dejando pocos espacios para cultivar aquello que nos hace  verdaderamente humanos. Y este sí es un gran obstáculo ante la ya de por si ímproba y loca tarea de articular una ciudadanía global capaz de erradicar la pobreza, frenar la crisis ecológica, y construir un sólido consenso vinculante para supeditar toda práctica  a los derechos humanos.

David solo tenía una piedra

No pretendo, en lo que resta de post,  reflexionar sobre qué podemos hacer ante esta realidad, pero tampoco es cosa de quedarnos con cara boba ante el gigante. Solo apuntar que tal vez podamos ofrecer alternativas que satisfagan las necesidades reales de socialización, recreo, aprendizaje y sentido de las generaciones más jóvenes.

Actualmente se habla de gamificación  como el proceso de incorporación de los componentes del juego en entornos no lúdicos para aumentar la motivación, la implicación de las personas en la tarea y la resolución de problemas. Y una gran industria tecnológica encuentra  nuevos ámbitos de desarrollo.

Pero esto no es nuevo. La educación, sobre todo  la educación no formal, siempre ha empleado el juego para promover el aprendizaje de valores, para estimular la capacidad crítica, el crecimiento personal y la búsqueda de un sentido vital. ¡Y todo ello sin tecnología! Afortunadamente, y por ahora, la imaginación infantil es más poderosa.

Tenemos que potenciar la participación en movimientos asociativos infantiles y juveniles con programas de este tipo, a la vez que intensificar la Educación para la Ciudadanía Global en los mismos. A veces una sola piedra basta.

Irene Ortega Guerrero, Coordinadora de ONGD-España

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.