Día 28 de mayo. Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres.
Por la salud y autonomía de las mujeres.
La historia del Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres surge en el V Encuentro Internacional de Mujer y Salud realizado en 1987, hace 30 años en San José de Costa Rica, donde el grupo de organizaciones participantes, muchas de ellas feministas, y a partir de intercambiar realidades y datos sobre mortalidad materna, embarazo en adolescentes, acceso a métodos anticonceptivos, se visibiliza la necesidad urgente de organizarse a nivel regional para incidir en los gobiernos para que el derecho a las salud integral para las mujeres sea priorizado y se evidencien las deficiencias de acceso, así como las barreras sociales, culturales y normativas. Fue ese día que surge la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, que, de manera posterior, a nivel internacional promueve y logra el reconocimiento del Día 28 de Mayo como el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres.
Hace 30 años, el llamado a la acción de las mujeres fue por los altos índices de mortalidad materna, donde la Organización Mundial de la Salud había calculado que al menos 500 mil mujeres morían al año por causas relacionadas con el embarazo y el parto. Actualmente todavía en muchos países, donde como organizaciones de cooperación al desarrollo o acción humanitaria estamos presentes, los índices de mortalidad materna son altísimos, como es el caso de la gran mayoría de países africanos; Chad, Mauritania, Senegal, Mozambique, etc. A nivel mundial, después de 30 años, las cifras han disminuido, hoy mueren alrededor de 300.000 mujeres, un 99% lo hacen en países en desarrollo y son las jóvenes y adolescentes las que corren mayor riesgo de muerte a causa de un embarazo. Entre 1990 y 2015 la mortalidad materna se ha reducido en un 44%, pero las cifras siguen siendo inaceptablemente altas y reproducen el sistema desigual. Los países con mayores índices de pobreza, con estados frágiles y con leyes restrictivas, son los que contemplan las tasas más altas de mortalidad de las mujeres por causas evitables. Estas situaciones se dan principalmente debido a la ausencia de políticas integrales en salud sexual y reproductiva que dificultan el acceso a métodos anticonceptivos, la educación sexual integral y la autonomía de las mujeres.
Destacar que 16 millones de mujeres de 15 a19 años y aproximadamente 1 millón de niñas menores de 15 años dan a luz cada año, la mayoría en países de ingresos bajos y medianos y las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte entre las mujeres de 15 a19 años en todo el mundo. (OMS)
El derecho de las mujeres a gozar de salud integral a lo largo de todo su ciclo vital, es un derecho humano universal consagrado por el sistema internacional de derechos humanos, a pesar de ello hoy todavía es un derecho no garantizado para millones de mujeres en el mundo y no solo en los países denominados en desarrollo, sino que también al interior de nuestras fronteras hay vulneración de derechos; como es el caso de mujeres en centros de internamiento para extranjeros, mujeres en situación irregular o mujeres en movimiento principalmente.
En el marco de la Agenda de los ODS (Objetivos de Desarrollo sostenible), una de las metas del ODS 3, es reducir el índice de mortalidad materna a nivel mundial a 70 por 100.000 nacidos vivos y lograr que ningún país tenga una mortalidad materna que supere el doble de la media mundial. (Para que os hagáis una idea; Chad 1100, Haití 350). Para lograr esta meta global es imprescindible tener un abordaje integral y sobre todo con una perspectiva de género y de derechos clara. No se puede abordar esta problemática sin ir a las causas que están permitiendo o perpetúan situaciones de desigualdad tan visibles y que principalmente afectan a las mujeres con menos recursos, de zonas rurales y jóvenes.
El acceso a servicios para un parto seguro y evitar la mortalidad, es la causa más visible que se articula con otras muchas situaciones relacionadas al abordaje que los sistemas de salud hacen a la salud de las mujeres. Un abordaje que prioriza la atención de las mujeres en su etapa reproductiva, que inicia con el control de su sexualidad en la edad adolescente, la supuesta plenitud de la maternidad y la tristeza de la menopausia. Cuando las mujeres no queremos cumplir con estas premisas establecidas o cuestionamos lo establecido es cuando entra en cuestionamiento nuestra integridad personal y nuestro espacio como mujeres en la sociedad.
Algunos de las áreas críticas que deben ser abordadas para poder lograr la meta establecida;
- La accesibilidad, que puede ser por pobreza, distancia, la falta de información, prácticas culturales, barreras sociales, estigmas o ausencia de servicios adecuados.
- La disponibilidad y priorización de los servicios de salud sexual y reproductiva para garantizar la cobertura universal de salud. Muchas veces, estos servicios no están garantizados en la atención primaria y en tiempos de crisis son los que más recortes sufren.
- Adaptabilidad de los servicios; sin estigma, contextualizados a cada realidad, con enfoque de género, no discriminatorios y que respeten la autonomía y decisión de las mujeres.
- Calidad de los servicios, que cuenten con equipos médicos adaptados, que brinden información adecuada, sin coerción, con acceso a métodos anticonceptivos adecuados, que permitan a las mujeres decidir libre e informadamente.
- Rendición de cuentas, que garantice el acceso a salud para las mujeres bajo los estándares de los derechos humanos, sin discriminación.
Para el abordaje de estas áreas y para que se puedan lograr o mejorar las metas propuestas, es preciso abordar la agenda de una manera integral, sobre todo porque la garantía de la salud y los derechos sexuales y reproductivos para las mujeres es la base y una acción fundamental para garantizar un buen cumplimiento del resto de la agenda, sobre todo garantizando la representación y el liderazgo de las mujeres.
María Salvador López
Grupo de Género de la Coordinadora de ONGD-España