Tiempo de elecciones: un momento perfecto para exigir mayor y mejor protección de nuestros derechos
Este post es una adaptación del publicado originalmente en el blog (des)igualdad de eldiario.es (9.7.2015)
Recuerdo el día, hace once meses, que fui a mi centro de salud en Galicia a pedir el traslado de mi tarjeta sanitaria, pues era la primera vez que iba a residir allí. Acababa de llegar a España después de haber estudiado fuera durante un año. Estaba sin trabajo y sin prestaciones.
Y con esto de la atención sanitaria, estaba nerviosa.
Yo. Una mujer de 39 años, española, clase media, buenos estudios y nivel cultural, activista, informada… Y estaba inquieta. ¿Tendría aún derecho a mi tarjeta sanitaria? La lógica decía que sí, pero… ¿Y si no? “Con tantos cambios… no es posible que se hayan cargado mi derecho a la salud así de un plumazo… Después del tiempo trabajado… sólo por haber estado fuera estudiando y no tener empleo ahora… ¿Qué me dirán?”
Me sentí insegura, sin ningún poder sobre esta tarjeta que parecía marcar mi derecho a la salud.
Y entonces pensé: “Si yo me siento así… ¿cómo se sentirán las miles de personas que están en una situación vulnerable cuando tengan que ir al médico, o acercarse a los servicios sociales a pedir una prestación?” Si es que llegan a ir, porque ahora el miedo impide a muchas personas hacerlo. Miedo a que no les atiendan, o les cobren la asistencia médica. Y esto, en ocasiones, pone su vida en peligro.
La cuestión es clara: nuestro derecho a la salud, o a disponer de unos ingresos mínimos para vivir dignamente, deben estar mejor protegidos. Para empezar, en las leyes. Y si hablamos de leyes, la primera de todas es la Constitución. Sin embargo, la realidad es que la protección que la Carta Magna hace hoy de nuestros derechos es desigual e insuficiente.
Se me ocurre que si la Constitución dijera expresamente que el derecho a la salud es universal para todas las personas independientemente de su situación administrativa -como dice el Derecho Internacional-, y que no se puede poner patas arriba de forma injustificada, la reforma sanitaria de 2012 no habría sido posible. Y miles de personas a las que se privó de su derecho -y que ahora lo recuperan en parte, y entre otras razones, gracias a la fuerte movilización ciudadana-, podrían haber seguido yendo a su centro de salud o especialista con normalidad. Sin miedo, con libertad y confianza.
Por eso las organizaciones Amnistía Internacional, Greenpeace y Oxfam Intermón pedimos una reforma de la Constitución Española que ponga a las personas y a nuestros derechos en el centro (www.blindatusderechos.org). Una reforma capaz de crear unos derechos fuertes, mejor protegidos, con las mismas garantías, para todas las personas y con financiación suficiente. Porque la Constitución Española debe servir para mejorar la vida de la gente.
Estamos en tiempo electoral: hoy, 20 de octubre, quedan apenas dos meses para las elecciones generales de diciembre. Las tres organizaciones estamos manteniendo contacto con los partidos políticos para acercarles nuestra propuesta de reforma constitucional y que la incluyan en sus programas electorales. Porque la reforma profunda de los derechos humanos en la Constitución, al igual que la lucha contra la pobreza y la desigualdad que este mismo blog defendía hace apenas unos días, es un reto magnífico, y el primer paso necesario de un gran cambio posible.
Por eso te invito a unirte: actúa, difunde, firma la petición: www.blindatusderechos.org.
Ya somos más de 55.000 personas firmantes.
Y cuantas más seamos, más altas y claras serán nuestras voces.
Ana María Claver, Investigadora y Campaigner de Blinda Tus derechos