#Rioplus20:decepción y ningún avance para el desarrollo sostenible

La Cumbre de Río+20 se cierra con resultados decepcionantes que no reflejan ni mucho menos “El futuro que queremos”. Los gobiernos han mostrado su incapacidad para dar un giro al sistema y avanzar hacia una justicia socio-ambiental y un cambio en el actual modelo basado en el crecimiento económico ilimitada y la sobreexplotación de los recursos naturales.

La UE, sumida en la crisis del euro, ha dejado en evidencia más que nunca su falta de liderazgo, con los elevados costes sociales y ambientales que tendrá a medio plazo esta falta de acción y negando una vez más la evidencia de que los límites del planeta y las injusticias sociales harán estallar más pronto que tarde la burbuja especulativa en la que vivimos.

Río+20 se ha centrado básicamente en el pilar económico del desarrollo sostenible, dejando al margen la parte social y ambiental, con una definición de economía verde excesivamente amplia, que deja abierto el campo a la mercantilización de la naturaleza. Además, la declaración de Río+20 menciona en diversas ocasiones la importancia del sector privado en el contexto de la economía verde, por encima de los valores y derechos de las personas y la naturaleza.

Sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ha habido poca concreción y creemos que poco interés. Habrá que esperar al proceso posterior que se abrirá para su definición, pero el tiempo apremia. Estamos muy cerca del año 2015, fecha prevista para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODM), y es más necesario que nunca que la comunidad internacional se ponga de acuerdo en un nuevo marco de desarrollo sostenible que converja con el proceso post-2015, y supere las debilidades de los ODM.

Por otra parte, tampoco ha habido compromisos importantes para fortalecer la gobernanza global. El PNUMA no pasara de Programa a la categoría de Agencia ya que los gobiernos no han querido comprometerse con contribuciones económicas obligatorias y el cumplimiento de decisiones vinculantes, requisito para subir de nivel al PNUMA.

Por último, y aunque la declaración final de Río+20 menciona en numerosas ocasiones la participación de la sociedad civil, ésta ha sido poco significativa. De las 10 recomendaciones surgidas del proceso articulado por Naciones Unidas para que la sociedad civil propusiera y votara iniciativas que apoyaran el desarrollo sostenible (entre las que destacaban la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles y el impuesto a las transacciones financieras), el documento final de Río+20 no incorpora ninguna

Otro elemento preocupante es que bajo el paraguas de sociedad civil se está incluyendo al sector privado, que nada tiene que ver por sus intereses y capacidades con las organizaciones de la sociedad civil. Tampoco ayuda nada a fomentar la participación de la sociedad civil, la distancia física entre el foro alternativo (Cúpula de los Pueblos) y la Cumbre oficial, lo que evidencia además que los intereses de los negociadores y su compromiso con el bienestar humano están muy lejos de la realidad y muy por debajo de las prioridades y las expectativas de la ciudadanía.

El retroceso que ha supuesto Río+20 se une a decepciones anteriores como la Cumbre de Cambio Climático de Copenhague y los procesos posteriores de Cancún y Durban, algo que nos lleva a cuestionarnos si tiene sentido seguir invirtiendo recursos en la celebración de estas costosísimas reuniones si no se acometen con una voluntad política clara y se traducen en compromisos concretos para implementar medidas reales. Las personas empobrecidas y los ecosistemas en los que viven no pueden seguir esperando.

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