El pasado día 21 de junio se dio a conocer el fallo del Premio Princesa de Asturias a la Concordia y, para sorpresa e indignación de muchos, recayó en la Unión Europea. Una vez conocida la noticia, en las redes sociales, no sólo de nuestro entorno, sino a nivel nacional, hubo una reacción casi unánime de todos los grupos, asociaciones, ONGD y personas particulares manifestando un gran malestar por la decisión del Jurado. Tan siquiera imaginar que tampoco en estos campos existe la claridad y la trasparencia y que puede haber intereses de cualquier tipo menos los auténticos, realmente da escalofrío. No puede ser que caigamos tan bajos, que devaluemos tanto la convivencia y la concordia y que en aras de “bienes mayores” sacrifiquemos los valores, que imagino, movieron a la creación de estos premios.
La etimología latina de concordia (con, junto; cor cordis, corazón) un mismo corazón o con un mismo corazón y su significado más conocido como conformidad, acuerdo, convenio, invitan al trabajo conjunto, a una convivencia agradable, a la búsqueda del bien común con unos mismos objetivos, acordados, conveniados que buscan el bienestar de la mayoría, una sociedad menos injusta, un planeta más habitable, una apuesta por los empobrecidos y menos favorecidos y a favor de los sectores más vulnerables.
¿Qué tipo de sociedad es la que, en las últimas décadas, nos ha ofrecido la Unión Europea? ¿Qué tipo de sociedad puede ser aquella que llena de “bienestar” y placeres de todo tipo a unos pocos a costa del malestar, del sufrimiento, de la carencia de casi todo de las inmensas mayorías? Las políticas austericidas de la Gran Estafa (la mal llamada crisis) han causado y continúan causando daños irreparables, en muchos casos, a grandes sectores de la población en la educación, en la salud, en la justicia, en la devaluación de los Derechos, de la política y la democracia. Y esto dentro de las fronteras del mundo occidental cristiano. Si miramos fuera de nuestras fronteras -bunquerizadas-, hasta el Papa Francisco ha calificado las políticas de la UE como de “vergüenza”. ¡Cuánto sufrimiento! ¡Cuántos millones de seres humanos, tratados peor que animales, han sido abandonados y desposeídos de sus Derechos! No se ha construido la Europa de los ciudadanos. Nos dirán que Europa ha hecho otras muchas cosas en beneficio de la comunidad: paz, seguridad, bienestar y eso será verdad para pequeñas élites y sus palmeros, pero es mentira para la mayoría de los ciudadanos, esa Europa no sólo no nos representa, sino que, incluso en ocasiones, va en contra de los valores de la misma sociedad europea.
Pues bien, con estas credenciales, mínimamente esbozadas, ha sido suficiente para que el preclaro y prestigioso jurado le haya otorgado el Premio Princesa de Asturias a la Concordia 2017 a la Unión Europea. Sinceramente, creo que es fácil entender el porqué del malestar y la indignación de amplios sectores de la población mundial. ¡Qué descrédito para el Premio! ¡Y qué descrédito para una Institución tan prestigiosa”. Seguro que quien pierde -si es que se puede perder más- es la llamada “Marca España”, la “Marca Europa” hace varios años que se perdió.
Además de la UE había otras 27 candidaturas, entre ellas, ACOES, propuesta por el Embajador de España en Honduras. SOLMAN tiene la suerte de venir trabajando con esta ONGD hondureña prácticamente desde sus inicios, más de veinte años. Su lema es “Colaboración y Esfuerzo”, centrada fundamentalmente en la educación, tanto reglada como informal, pero, de una manera muy remarcada, con la población más desfavorecida y vulnerable de las zonas más empobrecidas y expuestas a la “intemperie”. Toda persona que recibe una ayuda, debe ayudar a otros. Actualmente tiene escolarizados a unos 10.000 alumnos y, en total, reciben apoyo alimentario unas 50.000 personas.
Y lo mismo que ACOES las otras candidatas al prestigioso Premio desarrollan actividades dignas de reconocimiento y merecedoras del mencionado galardón. Por supuesto que sólo una puede ser la elegida, pero qué pena que no haya sido con criterios de objetividad. Desde la humildad de nuestra ONGD pedimos a la organización del Principado que esté más atenta a las realidades del mundo y a tantas personas e instituciones no politizadas y sin intereses que no respondan realmente a los valores de humanidad, solidaridad, empatía y Concordia. Esa es la Europa y el mundo que queremos los ciudadanos.
Lucio García, Presidente de Solman